27 octubre, 2014

La princesa Noche






    

La princesa Noche vivía en un castillo, en un reino lejano, junto a sus padres, el Rey y la Reina. El Rey y la Reina, eran buenos Reyes. El rey era un buen Rey, sus dominios eran muy extensos y el reino poseía mucho oro y grandes tesoros. Para el Rey solo existían sus quehaceres como Rey, se acostaba pensando como conquistar mas tierras y se levantaba pensando como fabricar más barcos, para traer más oro. Pero para la Reina, solo existía su hija Noche, vivía y sufría por ella, sufría demasiado. Sufría tanto, que le encargaron al brujo de palacio un mapa mágico. Un mapa mágico donde poder ver siempre que hacía y donde estaba Noche, y en el diseñaron los caminos de su hija.

La princesa Noche tenia una larga melena morena, larga y oscura como su nombre, y una mirada triste y fría como la nieve. Vivía en la torre más alta del castillo desde donde divisaba el reino y más allá. Se descolgaba desde la ventana por su larga melena y vivía grandes aventuras. Conoció a muchos príncipes, y a muchas ranas, a otras princesas, y a brujas malvadas. Viajo por muchos reinos vecinos, y aprendió costumbres e idiomas de tribus lejanas. Se enamoró muchas veces, y le rompieron el corazón muchas más.

Lo que no sabía Noche era que mientras ella se sentía libre, vivía aventuras y recorría el mundo, el Rey y la Reina, tranquilos, sabían en cada momento donde estaba y que hacia Noche y que volvería, porque estaba dibujado. Nada de lo que vivía noche estaba dejado al azar. Ella se creía libre, pero no lo era, y lo pero es que no lo sabía.

              





Un día soleado de primavera, Noche paró su caballo ante dos caminos, uno se dirigía a la izquierda, otro a la derecha. A la entrada del camino de la derecha, había una tortuga, la tortuga, con voz suave y calmada, le pidió amablemente que fuera su compañera de viaje. A la entrada del camino de la izquierda, unos 6 o 7 pajarillos de vivos colores revoloteaban y cantaban sin parar y la invitaban con sus cantos a acompañarles.

En ese momento, en el cruce de caminos, de entre los arboles, apareció un hada de brillantes alas azules. Le habló a Noche del mapa mágico y de cómo sus padres habían dibujado su vida y que debía escoger el camino de la tortuga, porque así estaba escrito.

Noche hizo caso y emprendió el camino junto a su compañera la vieja tortuga. Estuvo un tiempo cabalgando junto a ella, a paso lento, pero siempre la tenia que esperar y Noche se aburría soberanamente, se aburría de su lentitud, de su madurez y de sus historias.

Un buen día, Noche se cansó de esperar, se cansó de la tortuga y de sus historias. Dio media vuelta y galopó y galopó hasta encontrar el cruce de caminos, allí seguían los alegres pájaros de colores.
-       ¿Puedo cabalgar junto a vosotros? Preguntó Noche.
-       No solo vas a cabalgar. Respondieron los pajarillos,
-       Si tomas estas moras mágicas te saldrán alas y bailaremos y cantaremos y veremos juntos el mundo. Continuaron los pájaros.



A Noche le pareció una idea fantástica, siempre había querido volar y se aburría tanto junto a la tortuga… Tomó las moras mágicas y le salieron unas preciosas alas blancas, y voló, voló durante un tiempo junto a los pájaros. Se reían, se abrazaban, bailaban. Pero las moras mágicas solo tenían efecto un rato. Y tenían que parar y parar a recolectar más para poder seguir el camino. Al cabo de un tiempo, Noche se dió cuenta de que no existía tal camino, siempre veía el gran árbol, la roca de tres picos, el cruce de caminos… Siempre volaban en círculos, no estaban viendo mundo.   





            Noche cada vez se sentía más cansada, cansada de volar, estaba exhausta de seguirles el ritmo a aquellos pajarillos alegres y bailongos. Se cansó de los cantos, se cansó de las moras mágicas, y se cansó de bailar. Muchas veces pensaba en la tortuga, en su paso lento, en sus pies en el suelo, y en sus palabras sabias y tranquilizadoras. Pero algo había en Noche que no le dejaba volver al cruce de caminos y buscar a la tortuga, algo pasaba en su cabeza que seguía queriendo volar y se negaba a que su camino estuviera escrito en un mapa mágico diseñado por sus padres . 
 




Después de volar en círculos, la princesa cayó exhausta sin fuerzas . Echaba de menos  la tortuga, echaba de menos su castillos y echaba de menos caminar con los pies en el suelo.




Lloró y lloró, y pidió ayuda a las hadas del bosque, desde lo más profundo de su alma pidió ayuda, perdida y triste. 







De repente, de entre los arboles, apareció una hermosa hada de brillantes alas doradas. Noche le suplicó y le explicó que la llevara junto a la tortuga, que había elegido mal el camino y que quería volver a pasear lentamente junto a ella. El hada respondió:

-       Noche, Yo te haré volar de nuevo junto a la tortuga. Pero has de saber, que tu destino no esta escrito, por más mapas mágicos que hayan, solo tu eres dueña de tus elecciones y de las consecuencias que de ellas se deriven. Y camina, camina junto a la tortuga si es lo que quieres. Pero piensa que hay tantos caminos como estrellas en el cielo. Encontrarás caminos con liebres, caminos con serpientes o con sapos. Pero camina siempre segura de ti misma, con los pies en el suelo, y el corazón en la mano.



El hotelito de Nu.

1 comentario:

  1. Muy bonito! Como la vida misma.. Me recuerda a alguien la princesa noche.. Un besazo!

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